Esta playa brasileña ubicada en un encantador pueblo pesquero atrae a turistas de todo el mundo. Sus costas son tranquilas y rodeadas de una vegetación exuberante y vibrante. De noche, la playa permanece a oscuras por respeto a las tortugas marinas, ya que las recién nacidas pueden llegar a distraerse con las luces y meterse en el pueblo o en los hoteles en vez de emprender su predestinado viaje al mar.
Es un destino con clara ideología ecologista, con un encantador y atractivo pueblo lleno de pequeños restaurantes con comidas típicas y coquetas boutiques. Su calle principal, Alameda do Sol, es un paseo peatonal que desemboca en la pequeña y blanca Iglesia de San Francisco. Sus 1.800 habitantes aún conservan sus tradiciones y su pasado, un claro atractivo que se ve a cada paso. Botes coloridos, jóvenes cantando y parejas caminando de la mano. Todo es color y sonrisas en Praia do Forte.